Lo conocí durante el primer diplomado “Hacia un periodismo de autor”, que se llevara a cabo en la trinchera modesta y feliz de Con-fabulación, y desde el principio hubo una proximidad grácil y habitada por nuestra reverencia hacia la creación, el pensamiento crítico y lo anti-convencional, lo que resultó aún más importante, la certeza común de que nuestro mundo es menos duro, menos injusto, rapaz o violento, menos tosco y menos inexplicable, cuando en él ocupa un lugar de privilegio el humor, sentido de los sentidos, o tal vez mejor aún sentido de los sin sentidos, que convierte la condición humana en un populoso circo, y donde con frecuencia alarmante, como en el gran poema chino "La vida es la risa en los labios de la muerte".
Los alumnos de aquel diplomado fueron verdaderos hallazgos.
Morvoz, además de escribir un par de crónicas de buena factura, sereno, medio sonriente, medio burlón, pintaba en las horas de clase a todos los que se le pasaban por delante, como un francotirador que no perdona presa alguna. Y después nos enseñaba los resultados: monos bien delineados, elementales pero llenos de clarividencia, con la capacidad de hacer contacto rápido con sus usuarios o damnificados. Entonces yo pensé en convertirlo en uno de los caricaturistas de este semanario virtual, lo que se cumplió al extremo de que sea nuestro dibujante estelar.
En estos meses, su inteligencia lúdica nos ha entregado un desfile de personajes, situaciones y escenas familiares pero dramáticas, sinuosas, tal vez intolerables. Un exorcismo que ha convertido en carcajada o tenue risa las noticias y los hechos más visibles. Coctel encantador de análisis, buena aprehensión de la savia escondida en los hechos informativos y las ceremonias de los hombres. Morvoz se ha hecho reconocido fiscal de las ambiciones y los yerros del poder, de las trampas de los gobernantes y de la esperanza que anida en los rincones furtivos.
El trabajo inquietante de este joven creador puede definirse con las palabras que Fellini utilizó para describir su universo fílmico: "Lo que he intentado es contar la historia de la estupidez humana con ternura". Iván Beltrán Castillo