¡Que viva México, cabrones!

Cada tanto tiempo asistimos a la estigmatización de algún pueblo, en cuya tierra recae alguno de los espectros que caracterizan la mísera gestión de la historia, y que convierten la canción de gesta en una hazaña de piratas. Hace poco fue el Medio Oriente, arrasado y violado por el ímpetu de quienes dicen representar el esplendor de la cultura occidental. Ahora vemos cómo México, uno de los países que, sin temor a las consecuencias, ha forjado para sí una indeleble identidad, es satanizado por culpa de la gripe porcina, última versión del apocalipsis. Adelante, un homenaje a esta nación que ha logrado sobrevivir a pesar de sus inquietantes vecinos. La palabra de sus poetas descifra el verdadero camino.


Eduardo Lizalde

GRANDE ES EL ODIO


Grande y dorado, amigos, es el odio.

Todo lo grande y lo dorado

viene del odio.

El tiempo es odio.

Dicen que Dios se odiaba en acto,

que se odiaba con la fuerza

de los infinitos leones azules

del cosmos;

que se odiaba

para existir.

Nacen del odio, mundos,

óleos perfectísimos, revoluciones,

tabacos excelentes.

Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,

dentro del sueño de alguien que nos ama,

ya vivimos en el odio perfecto.

Nadie vacila, como en el amor,

a la hora del odio.

El odio es la sola prueba indudable

de existencia.



José Emilio Pacheco

RETORNO A SÍSIFO


Rodó la piedra y otra vez como antes

la empujaré, la empujaré cuestarriba

para verla rodar de nuevo.

Comienza la batalla que he librado mil veces

contra la piedra y Sísifo y mí mismo.

Piedra que nunca te detendrás en la cima:

te doy las gracias por rodar cuestabajo.

Sin este drama inútil sería inútil la vida.



Marco Antonio Campos

MI ODIO


Odio a los que para acomodarse la corbata

se tardan un diciembre;

a los que después de haber escrito

versos de perro dolido

mendigan la alabanza ajena.

Odio a los que desprecian

la mujer que los acosa

por un sueño que nunca alcanzarán,

y a los que con teología

–pulcramente inexacta–

se sirven de los imbéciles.

Día a día, Marco Antonio Campos

vigilé tus actos.



María Baranda

EL JARDÍN DE LOS ENCANTAMIENTOS

(Fragmento)


Solemnes jinetes,

viajábamos por los rieles de una vieja leyenda

que alguna mujer había abandonado

en aquel jardín de los encantamientos.

Nosotros, como ala de ángel peregrino,

aprendimos a mirar detrás del mundo,

a caer de nuestros párpados

sobre el sudario de la noche,

a caer, siempre asombrados,

en el centro de aquella ceremonia

que oficiaba el relámpago del sueño.



Marianne Toussaint

MÉXICO

Duermo en medio de su discordia

en el hilo que arde

y separa la arena del sol.

Alguien tocó sus carnes en el sueño,

les devolvió la rabia

de saberse divididos para compartir

el sabor de la ausencia.



José Ángel Leyva

IMAGEN


En plena abstinencia de figuras tuve un sueño
Imágenes mudas alzaban luz
vida y muerte en lengua simultánea
Era el silencio del soñante o de un proyector
de cine que ventilaba los pulmones
Palabras carnívoras
hambrientas de color de nombre
Era la forma balbuceante de la letra
El verbo fue primero
luego la imagen valió más que mil palabras



Verónica Volkow


POPOCATÉPETL


Aquí entre las rocas empieza la tragedia,

aquí en el hielo que destila sus úlceras,

en el acantilado que se quiebra,

en la pesadumbre ciega de la piedra.

Aquí tanto ser,

tanto ser de nadie para nadie,

tanta suavidad del musgo entre la yerba

y de la nieve en las pendientes dormidas,

tanta suavidad del viento entre la arena,

del viento entre los cardos y las nubes.

Viento que aquí ocurre como un destino anónimo

–desnudo como el paso

fantasmal del agua–

viento solitario que roma los peñascos,

viento en todas partes,

hasta en los poros de las piedras más chicas:

viento que es el rostro