Eduardo Lizalde
GRANDE ES EL ODIO
Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.
Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con la fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.
Nacen del odio, mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.
Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos en el odio perfecto.
Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.
El odio es la sola prueba indudable
de existencia.
José Emilio Pacheco
RETORNO A SÍSIFO
Rodó la piedra y otra vez como antes
la empujaré, la empujaré cuestarriba
para verla rodar de nuevo.
Comienza la batalla que he librado mil veces
contra la piedra y Sísifo y mí mismo.
Piedra que nunca te detendrás en la cima:
te doy las gracias por rodar cuestabajo.
Sin este drama inútil sería inútil la vida.
Marco Antonio Campos
MI ODIO
Odio a los que para acomodarse la corbata
se tardan un diciembre;
a los que después de haber escrito
versos de perro dolido
mendigan la alabanza ajena.
Odio a los que desprecian
la mujer que los acosa
por un sueño que nunca alcanzarán,
y a los que con teología
–pulcramente inexacta–
se sirven de los imbéciles.
Día a día, Marco Antonio Campos
vigilé tus actos.
María Baranda
EL JARDÍN DE LOS ENCANTAMIENTOS
(Fragmento)
Solemnes jinetes,
viajábamos por los rieles de una vieja leyenda
que alguna mujer había abandonado
en aquel jardín de los encantamientos.
Nosotros, como ala de ángel peregrino,
aprendimos a mirar detrás del mundo,
a caer de nuestros párpados
sobre el sudario de la noche,
a caer, siempre asombrados,
en el centro de aquella ceremonia
que oficiaba el relámpago del sueño.
Marianne Toussaint
MÉXICO
Duermo en medio de su discordia
en el hilo que arde
y separa la arena del sol.
Alguien tocó sus carnes en el sueño,
les devolvió la rabia
de saberse divididos para compartir
el sabor de la ausencia.
José Ángel Leyva
IMAGEN
En plena abstinencia de figuras tuve un sueño
Imágenes mudas alzaban luz
vida y muerte en lengua simultánea
Era el silencio del soñante o de un proyector
de cine que ventilaba los pulmones
Palabras carnívoras
hambrientas de color de nombre
Era la forma balbuceante de la letra
El verbo fue primero
luego la imagen valió más que mil palabras
Verónica Volkow
POPOCATÉPETL
Aquí entre las rocas empieza la tragedia,
aquí en el hielo que destila sus úlceras,
en el acantilado que se quiebra,
en la pesadumbre ciega de la piedra.
Aquí tanto ser,
tanto ser de nadie para nadie,
tanta suavidad del musgo entre la yerba
y de la nieve en las pendientes dormidas,
tanta suavidad del viento entre la arena,
del viento entre los cardos y las nubes.
Viento que aquí ocurre como un destino anónimo
–desnudo como el paso
fantasmal del agua–
viento solitario que roma los peñascos,
viento en todas partes,
hasta en los poros de las piedras más chicas: