A raíz de la muerte de Michael Jackson, se han revivido varias discusiones importantes de carácter ontológico, que hoy están a la orden del día.
La muerte del Rey del Pop pone de nuevo, sobre el tapete, el problema del cuerpo, las drogas, las mutaciones y las simulaciones.
Desde la antigüedad, el cuerpo estuvo separado del espíritu. Pese al esfuerzo de los epicúreos, que nunca ahorraron un día para reivindicar el placer de los sentidos, el cuerpo siempre fue un tabú al que se ocultaba y se negaba. La iglesia, que siempre ha mirado al cuerpo desde una perspectiva moral, lo condenó al sacrificio. En el periodo del Renacimiento, Miguel Ángel lo reivindicó, pero el triunfo del racionalismo en el mundo, lo condenará a vivir en el anonimato.
El espíritu es la representación del bien, de la razón y la lógica. El cuerpo es la representación del mal, lo perverso y lo prohibido.
Es a partir de la revolución cibernética, que el cuerpo va a cobrar la dimensión que se merece.
La cibernética, que es la ciencia que estudia los mecanismos de comunicación y control entre los seres humanos y las máquinas, permitió reconocer que el cuerpo no está separado de la mente y que cada cuerpo tiene sentido en la medida en que comporta un espíritu, un pensamiento o una realidad imaginaria. El cuerpo no está desligado del espíritu, sino que significa y tiene sentido en tanto está íntimamente ligado a un mundo virtual.
De esta manera, comenzamos a hablar de cuerpos físicos y cuerpos virtuales; de realidades físicas y realidades virtuales; de seres vivos y seres virtuales.
Ahora bien, si sumamos a la cibernética, los estudios de la neurociencia sobre la conciencia humana y la posibilidad de clonar al ser humano (el mito de Frankenstein), vemos que el cuerpo, tan despreciado y violentado por la cultura de Occidente, cobra una dimensión insospechada.
A partir de la posibilidad técnica que hoy tenemos, de duplicar al ser humano, es que se han disparado en el mundo las cirugías y los implantes sobre el cuerpo humano.
El examen de resonancia magnética sobre el cerebro, la extirpación de tumores cerebrales con rayos láser, la operación a corazón abierto monitoreada desde un computador y los implantes de órganos tan vitales, como el hígado y el riñón, son sólo algunas prácticas sobre el cuerpo que garantizarán, indudablemente, una mejor calidad en la salud y prolongarán la vida de la especie.
Pero la intervención técnica sobre el cuerpo no sólo se hace con fines médicos sino también, con fines estéticos. Desde el desarrollo de la cibernética y la neurociencia, se viene interviniendo el cuerpo humano con la aplicación del botox, los implantes de silicona en senos y traseros, y las intervenciones sobre el estómago, como la liposucción, la abdomino-plastia y el balón gástrico.
Con la capacidad de perfeccionamiento del cuerpo, renace el mito de Narciso. Con la posibilidad de hacer cambios y mutaciones en el cuerpo, revive el mito del hombre construido con fragmentos. En esta época de avances cibernéticos y neurológicos, se unen, curiosamente, Narciso y Frankenstein.
Como un hijo del tiempo, Michael Jackson no es ajeno a estos dos mitos que siguen vigentes.
Ahora bien. Pasando al mundo de las drogas y los fármacos, hay que decir que éstos no fueron ajenos a este hombre que hoy llora el mundo.
Como se sabe, las drogas y los fármacos son tan antiguos como el hombre. El hombre siempre ha necesitado de ciertos aditivos para poder vivir.
El mundo de hoy no es extraño a esta situación. Hoy, vivimos bajo la tutela de varios imperios: El imperio cibernético y virtual; el imperio de la trata de blancas; y el imperio de las drogas y los fármacos. Como hijo de una de una de las sociedades más ansiosas y consumidoras del planeta, Jackson no podía escapar a esta realidad.
Los noticieros afirman, que desde hace años, se anestesiaba para poder dormir y le encontraron una farmacia en su estómago. La farmacia del “ángel blanco”, que soñara Georg Trakl.
En la época de Vesalius era un delito abrir un cuerpo humano. Hoy, los galenos abrirán el cuerpo de Michael, y seguramente, encontrarán polvo lunar y algunas partituras musicales.
Todo esto puede ser posible.
Hoy en día, con
¿Por qué Michael Jackson fue el rey del pop?
Porque su cuerpo se fusionó con su espíritu hasta el punto de trascender el infinito. Aquí Jackson fue el Narciso de la escena.
Pero, también, Jackson jugó a ser Frankenstein. Con su obsesión patológica por querer ser blanco, el rey del pop experimentó sobre su cuerpo todas las mutaciones posibles e infames de nuestro tiempo.